Siento orgullo radical y
contestario por aquellas memorias rebeldes de muchas personas travestis,
lesbianas y mariconas, que con sus cuerpos y deseos disidentes se han opuesto
históricamente, incluso arriesgando sus vidas, en contra de la hegemonía
heterosexual y su gazmoña moral familista, burguesa y católica. Creo que si hay
que conmemorar las revueltas de junio y elevar el sentido del “orgullo”, se
debe no a los esfuerzos asimilados por parecer “buenos ciudadanos”, merecedores
de propiedad y símiles de las parejas heterosexuales. El “orgullo” del que hablo
es aquel que dimana de las locas, de las areperas, de las travestis, de los
bichos y los sujetos raros, que han sobrevivido a la persecución policial, al
empobrecimiento del capitalismo, al ostracismo social y la muerte.
Ese orgullo de maricas perfumadas
con aliento de guerreras combativas, regias e impertérritas que con su
felicidad, sus tetas al aire y sus placeres al borde, retan el instrumento
melancólico, closetero y normalizador del puño de hierro del estado neoliberal.
Siento orgullo por aquellas que han desafiado la pacata moral de la ciudadanía
hetero, siento orgullo por aquellas que han reivindicado su poder de desviados,
raros y anormales para perforar la mentalidad straight y sus dispositivos
binarios. Siento “orgullo” de aquellas que luchan día a día para transformar el
orden socio-sexual y de género y no comen de institucionalizaciones, ni de
pedir permiso a la policía para armar escandalo y alboroto una vez al año. Siento
“orgullo” de los desvergonzados, de esos que exploran placeres más allá de la
heteronorma y se atreven a construir amores no hegemónicos, me siento demasiado
orgullosa de las travas, de sus cuerpos manifiesto, de sus incansables luchas
contra el sistema sexo-género y su desprecio por la “compostura”. Sentir “orgullo”
implica no sentirse cómoda con la celebración de la diferencia docilizada de un
acrónimo de cuatro letras que exige ser norma, que exige ser visible e incorporada
a la maquinaria multiculturalista del estado. Sentir “orgullo” es exceder la
imposición de esa diferencia y construir un movimiento social crítico que
cuestiona la categoría de “diversos” y dirige sus luchas, deseos, placeres,
cuerpos, prácticas y teorías para derrocar el régimen de la heterosexualidad
como Natauraleza de lo social.
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