Me atreví a traducir, con muchos errores (traducir siempre es una traición jejej), un fragmento de la entrevista "Contributors to Captive Genders take on policing, the LGBT mainstream and the re-writing of queer history", realizada por el activista queer Eric Stanley a dos mujeres lesbiana y trans en Estados Unidos que pertenecen a organizaciones de oposición al Complejo Industrial de Prisiones.
Quise traducirla porque en este texto las entrevistadas recuerdan desde una posición crítica cómo la celebración del día del Orgullo gay, las marchas LGBT que se celebran a nivel mundial en el mes de junio, son conmemoraciones de los disturbios ocurridos en Nueva York en 1969 en el bar Stonewall. Es interesante lo que estas mujeres plantean y es que la capa dominante del movimiento LGBT, ha ignorado convenientemente el sentido histórico de estos disturbios, disturbios que se erigieron no desde gays y lesbianas blancos de clase media que querían casarse, formar familias y tener acceso a derechos a la propiedad. No fue así. Ellas nos recuerdan que fueron travestis, putas, lesbianas pobres y racializadas que lucharon en contra de la violencia policial y la represión estatal heterosexista.
Estos legados de lucha son opacados en la memoria oficial de las llamadas "marchas por la ciudadanía LGBT" y usadas al acomodo del mainstream gay para exigir derechos e inclusión en el mismo aparato estatal que históricamente ha sido hostil con las personas con identidades sexuales y de género no normativas. Sigue vigente la crítica aquí expuesta, ya que somos las personas trans, pobres y racializadas las más azotadas por la policía, el sistema carcelario y los asesinatos. Esta maravillosa entrevista nos pregunta y nos cuestiona sobre la "institucionalización" de nuestras luchas por la disidencia sexual, nos pregunta por la memoria y la historia de los legados de oposición al estado neoliberal y llama la atención sobre la necesidad de reactivar los disturbios como formas de acción política, "Que yo sepa, los disturbios no existen en el reino de la respetabilidad. Mi respuesta inicial es que la única forma ética de recordar el Stonewall es con otro disturbio." Espero que sea útil y reavive el debate!
- Un tip para leer la entrevista: Cuando se refieren a "personas queer" en el texto no están hablando de lo "queer" como identidad, como se suele hacer en las interpretaciones académicas en América Latina. El "queer" del que hablan acá son formas de autodenominación de las comunidades estigmatizadas sexualmente en California, estados Unidos: gays, lesbianas, maricones, dykes, homosexuales, trans, etc. Se utiliza queer para generar distancia con la categoría LGBT, una categoría dominante y dotada de exclusiones e invisibilazciones.
Eric Stanley: Ahora estamos en el 42avo
aniversario del levantamiento de Stonewall y parece que para muchas personas
trans y queer, específicamente aquellas marginalizadas por las políticas
dominantes LGBT, poco ha cambiado su situación en términos de acoso y abuso
policial, encarcelamiento y las formas en que el Complejo Industrial de
Prisiones destruye las posibilidades trans y queer. Obviamente las
celebraciones corporativas del orgullo gay no son la respuesta, entonces, ¿Cómo
creen ustedes dos que deberíamos situar a Stonewall y su conmemoración en el
presente?
Yasmin Nair:
Bien,
para empezar, me gustaría que pensáramos más allá y fuera de Stonewall. Claramente
este fue un evento importante e histórico que pretenciosamente se ha creído el
único y singular evento que de algún modo causó un levantamiento radical, que luego
cambió la historia queer para siempre y borro de facto que dichos momentos de
protesta ya estaban sucediendo incluso antes que Stonewall, como en los
disturbios de 1966 en la cafetería Compton en San Francisco, o en las redadas
que ocurrieron en el bar The Trip en 1968 en Chicago.
Dicho esto, la conmemoración de
Stonewall o de cualquier levantamiento queer nos presenta problemas
adicionales: en una mano, los gays las lesbianas en posiciones de privilegio y
algunos activistas hetero continuamente borran la realidad y es que dichas
protestas iniciaron ampliamente por las luchas de las personas trans, las
prostitutas, drag Queens, drag Kings, gente racializada, gente muy pero muy
furiosa, reinas y mariconas, precisamente ese tipo de personas desadaptadas y
perversas que el movimiento LGBT dominante pretende no ver y no reconocer.
Por otro lugar, algunos activistas
como nosotros trabajamos para reinstalar las figuras centrales del Stonewall y
otros eventos y recordarle al mundo que el Stonewall no fue una campaña por los
Derechos Humanos, ni tampoco un alzamiento para recibir fondos. Me preocupa
nuestra asunción no cuestionada de que por el simple hecho de recuperar
nuestros “héroes olvidados”, este sea en sí mismo un acto radical. Sí, esa resistencia
a la autoridad fue profundamente importante pero ¿cuáles fueron sus efectos a
largo plazo? Y ¿Cómo esa resistencia se convirtió eventualmente en una lucha anti-capitalista
y a la vez un movimiento anti-carcelario? Bien, sabemos que eso no sucedió, y
lo que veo una y otra vez es un tipo de recuperación que toma la forma de: “Stonewall
fue un disturbio” o “No olvidemos a las drag Queens”, pero nada más allá de un
reclamo fetichista de la identidad sexual como un tipo de marcador originario
de políticas radicales. Estoy impresionada por los movimientos que desafían el
status quo, pero también necesito ser clara sobre qué representa determinado
desafío y contra quién se dirige.
42 años más tarde, aun seguimos
viendo a las personas queers y también a algunos hetero, siendo señaladas como “delincuentes
sexuales”, aun seguimos viendo el crecimiento del Complejo Industrial de Prisiones
en su capacidad de generar ganancias del encarcelamiento de las personas más
vulneradas del sistema económico y político, y ahora vemos el caso de personas
que son enviadas a prisión por deudas, una resurrección de la antigua ley que
castigaba a personas por ser deudoras. Muchas personas queer, especialmente
aquellas que no son conformes y que no pueden encontrar empleos con beneficios
médicos y seguridad social, terminan en la miseria, muchas de las drag Queens y
las prostitutas que participaron de los alzamientos terminaron en la privación
más absurda. No estoy interesada en recuperar a cualquiera de ellas como
heroínas perdidas; quiero ver mayor discusión sobre la situación de que ellas
no solamente fueron jodidas por un sistema que restringía su identidad sexual,
quiero forzarnos a reconocer el papel que ha jugado el capitalismo en todo
esto.
Francamente, estoy sufriendo de
fatiga de tanto héroe, y estoy cansada de las marchas del Orgullo, aun cuando estas
resisten la toma del poder corporativo, nunca van más allá de una idea
vagamente sexualizada de una celebración “radical”, que nada nos aporta en la
producción de pensamiento crítico que nos haga despertar de la pesadilla
neoliberal en la que estamos viviendo.
Yo creo que el Orgullo debería
convertirse en una ocasión para que las personas queer empiecen a poner en
escena sus propios Orgullos sin el apoyo económico de las corporaciones ni del
capitalismo gay, pero con una consciencia crítica de la relación que tiene la
política económica y el racismo con la devastación de nuestras vidas.
Actualmente en Chicago, de momento, tenemos una marcha alternativa de “areperas”
(dykes), pero se convirtió, a lo largo de la década, en un evento
predominantemente blanco y de clase media. Aun cuando se cambiaron los espacios
(Primero del lado predominantemente Latino, luego al lado sur Afro-americano)
hay un gran acuerdo para hablar de políticas alternativas, pero no mucha
conversación consciente sobre lo que significa, esencialmente, establecer una
marcha “arepera” en estas comunidades y el no muy explícito vínculo que se
quiere realizar con las personas, incluyendo a las personas queer, que viven
allí. A pesar de que una vez al año “nos tomamos las calles” esto no es
suficiente, no sólo se trata de cumplir con una institucionalización de las
luchas que han querido montar los gays y las lesbianas dominantes, las luchas
así vistas corren el riesgo de desaparecer. He estado en la marcha “arepera”
alternativa tres veces en los últimos cuatro años, y puedo ver su valor como un
tipo de espacio y red de lucha anual como herramienta para gente queer con
políticas alternativas, pero me gustaría arrojar la pretensión de que cambiando
el escenario urbano se hacen apuestas “alternativas”, es mucho más que marchar
desde otros puntos de la ciudad, si no hay política de oposición al régimen
capitalista, heterosexual y racista, repetiremos el mismo Orgullo vacío en el
norte, el sur, el oeste o en donde sea.
También me gustaría ver cada mes (en
la medida de lo posible) conjuntos de eventos radicales y acciones que
cuestionen la lealtad gay y lesbiana al Complejo Industrial de Prisiones y al
capitalismo mientras criticamos nuestra obsesión con la identidad como un
marcador de libertad. Al pasar de los años, he visto a gays, lesbianas y
algunas personas trans darle su apoyo a las instituciones que encarcelan a los
más vulnerables entre nosotros, conformando alianzas con el estado para aumentar
penas en los casos de “crímenes de odio” o al ser ciegos y moralistas respecto
de las personas queer que desempeñan trabajo sexual y son brutalmente
castigadas por la policía. Me gustaría ver más que una conversación explícita
acerca de cómo el Complejo Industrial de las Prisiones no sólo castiga a las
personas trans y queer, sino que actualmente requiere de su cooperación para
poder expandirse. Y sí, me gustaría que pensáramos sobre esto en términos de
capitalismo y su retórica de derechos, que abrazamos con facilidad. Notaran que
no señalo de manera simple a los gays y a las lesbianas como si fueran estos el
problema; creo que muchas personas auto-identificadas como “radicales”
concurren en la idea de que, en algún sentido, clamar por una postura “queerness”
como una identidad en sí misma es un acto radical. Lo importante es cómo ese
acto radical de construir identidades de resistencia se desvanecen cuando no se
realiza una lectura crítica del actual contexto racista, neoliberal y asimilado,
en el cual muchas personas LGBT están encontrando eco no para transformar su
opresión, sino para acomodar sus traseros en el regazo de un estado straight
que por generaciones ha sido su principal verdugo.
Ralowe Ampu:
En los
últimos años donde sea que haya escuchado hablar sobre el recuerdo de los
disturbios de la Cafeteria Compton o el Stonewall de personas valientes que
buscaban “respeto”, “decencia” y “honor” en sus luchas, me detengo y escucho
con la mayor de las sospechas. Que yo sepa, los disturbios no existen en el
reino de la respetabilidad. Mi respuesta inicial es que la única forma ética de
recordar el Stonewall es con otro disturbio. Hay una idea interesante. Esa idea
descansa sobre una memoria política que usa ritmos convenientes que pueden
renovar y empapar las luchas, desde otros términos de relevancia que no sean
cooptados por la ganancia. Hay una lógica que fetichiza y glamouriza los momentos
de insurgencia del Stonewall para el beneficio de sus propias agendas
asimilacionistas. No estoy segura del por qué estoy tratando de conciliar mi
rabia aquí. Estoy harta de esas celebraciones que ponen en pie de lucha una
mirada utilitarista de demanda de derechos, bajo una retórica acomodada que
pone nuestros legados de oposición al estado dentro de una lógica
institucionalizada. Imponer esta lógica institucional implica controlar nuestra
memoria, implica desconocer que los levantamientos del Stonewall fueron luchas
de los sometidos por tratar de abrirse un espacio para sí mismos en un contexto
de desesperanza y violencia. Yasmin acierta correctamente, la asimilación de la
maquinaria dominante gay se ha encargado de reducir estas conmemoraciones en
temas de obtención de dinero para la nueva burocracia LGBT y en otros asuntos
oportunistas que distorsionan el sentido histórico de los levantamientos. De
ahí el mainstream LGBT busca capitalizarse en “decentes” campañas, decentes y condescendientes
campañas a favor del matrimonio gay y la inclusión de lesbianas y gays en el
ejército, esto, sin duda alguna, es ideológicamente incongruente, y si me
perdonas, profanamente vendido. Sin embargo, es en estos tiempos en los que nos
toca vivir.
Aquellas de nosotras que nos
encontramos desmarcadas por el mainstream gay no tenemos la capacidad de
representar el Stonewall como una batalla en contra del poder policial porque
el mainstream gay reproduce las narrativas hegemónicas del estado. Tú y yo
podríamos juntas hacer unos fanzines, botarlos, pegarlos en la ciudad o lo que
sea quejándonos por la usurpación neoliberal de nuestras memorias, pero aun
así, por el mismo hecho de estar desenmarcadas, nuestros actos recibirían poca
atención de los medios de comunicación a nivel global. Este “aniversario” no
merece algo menos. Así como el tiempo pasa deberíamos estar pensando profunda y
críticamente sobre las implicaciones que este disturbio generó en la
desestabilización del estatus quo. Preservar esa memoria radical es lo que se
merece este “aniversario”. De ahí que crea que aquellas de nosotras que estamos
marginalizadas debamos seguir pensando en intervenciones radicales. ¿Cómo serán
estas? Se hace crítico recuperar nuestra fuerza de travestis, de raras, de
queers, de lesbianas, de gente de color y soñar con la transformación porque es
la mejor forma de conmemorar Stonewall sin caer en el engaño de que esta fue
una lucha a favor del “progreso”, los derechos y el picado de ojo de este
estado represor.
¿es posible contactarla? para hablar de una propuesta que estamos trabajando que busca invitar a trans bogotanas a desarrollar una mirada crítica al arte plástico y resignificarlo en su vida cotidiana. por favor escribanos.
ResponderEliminarHola "apuntes azules" claro, podemos contactarnos mi correo es mahou34@hotmail.com Saludos.
EliminarMira, sale tu traducción en Nodo50:
ResponderEliminarhttp://info.nodo50.org/28J-42-anos-despues-de-la-revuelta.html